El 74% de los jóvenes que en la actualidad cursa una licenciatura o un programa técnico en alguna institución de educación superior en Chile presenta sintomatología depresiva “moderada a severa”, como resultado de estudiar en un contexto caracterizado por las cuarentenas y restricciones a la movilidad destinadas a prevenir el Covid-19.
Así lo reveló un estudio realizado por la Escuela de Psicología de la Universidad de Valparaíso (UV), que contó con el patrocinio y la aprobación del Comité de Ética del Instituto Milenio para la investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP), el cual se concretó mediante una encuesta en línea que se aplicó entre junio y julio del año pasado, dirigida a estudiantes de carreras de pregrado de todo el país.
Titulada “Efecto del confinamiento en el contexto de la pandemia por Covid-19 en la salud mental y recursos psicológicos de afrontamiento de estudiantes de educación superior”, su objetivo principal consistió en evaluar el impacto de los estresores familiares y académicos surgidos durante la emergencia sanitaria sobre la salud mental de estudiantes de educación superior que viven actualmente en situación de confinamiento.
Según explicó el psicólogo y doctor en Psicoterapia Javier Morán, docente de la UV e investigador principal del estudio, éste da cuenta de algunos resultados descriptivos que forman parte de un estudio mayor (cuyas conclusiones serán dadas a conocer en las próximas semanas), con la finalidad de caracterizar esta muestra para el uso de la información por parte de autoridades académicas, profesionales, estudiantes y público general.
“Lo más relevante que deja en evidencia esa consulta es el impacto que la pandemia ha causado y causa en la salud mental. Efectivamente, llaman la atención los índices de sintomatología depresiva detectados a los estudiantes universitarios, que se sabía que eran mayores que en la población general, pero que ahora se han elevado aún más. Otro aspecto específico a considerar es que quienes se ha visto más afectadas son las mujeres de sectores socioeconómicos más bajos”, acotó el doctor Morán.
La encuesta fue aplicada a 1.002 estudiantes (71% de mujeres, 27% de hombres y 2% no binarios), en su gran mayoría de entre 18 y 22 años y que viven en centros urbanos ubicados a lo largo de todo Chile. El 59% dijo pertenecer al nivel socioeconómico bajo, el 33% al medio y el 7% al alto. De ellos, el 78% estudia en una institución estatal o pública y el 28% a una privada.
Rendimiento académico
En lo que respecta al ámbito estrictamente académico, la consulta precisa que el 96% de los jóvenes tuvo clases en línea durante la pandemia en 2020, a las que accedió a través de un computador (84,5%), un celular (63%) o una tablet (8,3%). Pero el 40% de ellos afirmó que la conexión de que dispuso fue deficiente o mala, transformándose este aspecto en un estresor importante que les impidió seguir sus obligaciones académicas con cierta tranquilidad.
De ese total, el 42% dijo a la vez que esa modalidad los favoreció “en nada” o “casi nada”. Asimismo, un tercio reveló que las condiciones del espacio físico con que contaron para estudiar eran “malas” o “muy malas”.
Otro aspecto relacionado con el rendimiento académico de los estudiantes que quedó en evidencia corresponde a los problemas que identificaron como amenazas principales a la continuidad de sus estudios, como consecuencia de la situación sanitaria. En tal sentido, el 65% mencionó dificultades emocionales y un 35% económicas. No obstante, el 69% explicitó su temor ante el hecho de que, tarde o temprano, las dificultades económicas les impidan seguir estudiando.
No es de extrañar, por ello, que el 81% de los encuestados admitiera preocupación por no poder rendir bien académicamente en este contexto.
Aspectos relacionales
Pero los efectos de la pandemia no solo afectaron a los estudiantes en el ámbito académico, sino también en el área relacional.
Pese a que la mayoría reconoció sentir un alto grado de satisfacción por la forma en que pudo compartir e interactuar en familia, un no despreciable 20% afirmó lo contrario.
Sin embargo, menos de la mitad de los estudiantes -de los cuales el 79% dijo vivir en el hogar familiar, junto a sus padres y hermanos- aseguró invertir “mucho” o “bastante” de su tiempo disponible en “establecer contacto con personas importantes” (profesores, familiares, pareja, compañeros y amigos), vía redes sociales o en forma presencial.
Y en cuanto a la calidad del apoyo que recibieron de parte de estas últimas, el 66% cuestionó especialmente el tipo de ayuda que recibió de parte de sus profesores. En lo específico, el 28% lo calificó de “bajo” o “muy bajo” y el 38% de “medio”. No así respecto del que le profesaron sus familiares, parejas y amigos, cuyo respaldo lo definieron abrumadoramente como “muy alto” o “alto”. Peso a esto último, un tercio confesó -en paralelo- que en el contexto de la pandemia no les ha resultado particularmente satisfactoria la forma en cómo su familia expresa los afectos o responde a sus emociones de rabia, tristeza y amor, entre otras.
Salud mental
Los resultados de la encuesta de caracterización son especialmente significativos en lo relativo al impacto que la pandemia ha causado en la salud mental de los estudiantes de educación superior.
En tal sentido, el sondeo da cuenta de que el 62% de los estudiantes confesó que el estado de confinamiento al que se vieron sometidos durante el año pasado les produjo “malestar”, en gran medida derivado de la incertidumbre que a su vez les generó la posibilidad de que un familiar cercano se contagiara y enfermara de Covid-19. El 71% dijo que esto último le preocupa “mucho”, casi tres veces más que la opción de contraer ellos mismos la infección.
Frente a este panorama, el 8% de los consultados reconoció haber iniciado una psicoterapia y el 36% afirmó que cree necesitar una.
Asimismo, el 74% admitió alguna sintomatología depresiva “moderada a severa”, porcentaje que es transversal al género, rango etario y nivel socioeconómico de los estudiantes y que ellos relacionan de manera importante con cuadros de ansiedad caracterizados por una tensión constante y la sensación de “querer estallar”. Además, mencionaron padecer complicaciones como falta de energía, problemas para concentrarse y dificultades para dormir.
“Esto último es particularmente complejo, porque cuando hablamos de sintomatología depresiva moderada a severa implica la obliga de consultar a un especialista en salud metal”, explica el psicólogo de la Universidad de Valparaíso Javier Morán.
Lo anterior guarda relación con otro fenómeno preocupante: el consumo de sustancias.
Casi el 10% de los estudiantes reconoció que durante la pandemia aumentó su consumo de tabaco, alcohol y drogas, y un 5% refirió al uso algún tipo de ansiolítico.
Esto no deja de ser relevante toda vez que un 60% de los jóvenes consultados admitió que bebía alcohol y un 25% que consumía drogas en forma habitual, antes de la pandemia.
Como resultado de todo lo expuesto, apenas uno de cada tres jóvenes universitarios de nuestro país siente que ha sido capaz de extraer algo positivo (en cuanto a aprendizaje o crecimiento personal) de la situación que le ha tocado vivir debido a la emergencia sanitaria.
En el estudio impulsado por la Escuela de Psicología de la Universidad de Valparaíso también participaron Claudia Miranda (UNAB) y Raffaela Carvacho (PUC-MIDAP), en calidad de coinvestigadoras; Nina Immel (PUC) y Anika De Nordenflycht, Javiera Huerta, Yvana Labbé, Beatriz Mora, Yasnni Moya, Victor Pinilla, Victoria Placencia, Susana Prado, Ignacio Toro, Constanza Valdivia, todos ellos ayudantes de la UV.
Al equipo se sumó la doctora Virginia González, Investigadora de la Universidad UNED, quien colaboró directamente con la elaboración de la encuesta a partir de su trabajo de investigación en el marco del equipo de Intervención Psicosocial para el envejecimiento y de la Universidad Francisco de Vitoria (España).