DEPORTES

Este es un  verdadero repunte

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            Nicolás Jarry tuvo que pagar once meses de sanción por doping pese a que demostró su inocencia. Desde que cumplió el castigo remó desde lo más profundo del rankin de la ATP para volver a lugares de privilegio, lo que logró con el título del Chile Open en San Carlos de Apoquindo este fin de semana.

            Los brazos en alto luego de un extenso partido ante el argentino Tomás Martín Etcheverry, no sólo significaban el segundo título en la carrera de Nicolás Jarry, era el regreso con total autoridad a la parte alta del circuito de la ATP. Volver luego de una sanción por consumo de vitaminas contaminadas, donde no tuvo responsabilidad, ya que tal situación obedeció a problemas del laboratorio que las fabricó. Aun así, y cuando comprobó su inocencia, tuvo que pagar un castigo de once meses. Que lo sacó de los cien mejores del mundo. Bajó más allá del doscientos, trescientos, e incluso del mil, quedando sin presencia en los registros. Pero comenzó su regreso y ya en febrero del 2021 figuró en el puesto 1165. Y desde allí debió comenzar a luchar.

            Hubo torneos donde no pudo estar, como fue el caso del propio abierto de Chile hace unos años. Y a la espera de recibir invitaciones a algunos torneos debió ir a lo más bajo del circuito del tenis. Jugó en futuros. Avanzó a los Challengers. Así llegó de nuevo a conquistar torneos de menor rango, como en Salinas, Ecuador, en abril del 2021 cuando se impuso al colombiano Nicolás Mejía. Repitió frente a Juan Manuel Cerúndolo en Lima en octubre del mismo año, para cerrar la temporada en el lugar 146. El retorno no sólo se había concretado, volvió a tomar forma y lo tenía de regreso. Pero no donde él deseaba: entre los mejores del mundo.

            El 2022 volvieron de forma más recurrentes los torneos ATP. Por nada quedó fuera del cuadro final del Grand Slam de Roland Garros al caer en el último partido de las clasificaciones frente al peruano Juan Pablo Varillas. Pero no pudo regresar al top cien. Aunque Jarry no se resignó y luego de estar en el fondo no se dio por vencido. Él sabía que su tenis podía dar más. Y su cuerpo técnico, con el entrenador Juan Ozón a la cabeza, así lo sentía también.

            La respuesta a las positivas sensaciones llegó rápido, cuando en el abierto de Australia avanzó al cuadro principal y en primera ronda dio cuenta del serbio Miomir Kecmanovic, 27 del mundo, que hicieron evidente el progreso del nieto del histórico Jaime Fillol. El cual se incrementó estas dos semanas con una destacada actuación en el ATP 500 de Río de Janeiro, donde el desgaste le pasó la cuenta en las semifinales ante el ex número uno del mundo, el hispano Carlos Alcaraz. Con quien fiel a su estilo cayó en tres sets luego de casi tres horas de partido.

            Así llegó a San Carlos de Apoquindo, torneo organizado por su familia, ya dentro de los mejores cien del planeta, con su lugar 87, y donde este agotamiento no hizo mella en él, pese a que siguió en la tónica de extender los partidos. Además se cobró revancha de los adversarios. En la primera ronda lo hizo con el propio Varillas que lo había eliminado en el abierto parisino. Y en la segunda ante el argentino Diego Schwartzman, con quien no registraba victorias. Triunfo por lo mismo que le dio un impulso en lo sicológico y emocional, sumado a mayor fortaleza mental porque en cuartos de final se sobrepuso ante el alemán Yannick Hanfmann a un escenario adverso cuando cedió el primer set. Pero logró revertir y concretar una victoria merecida. Misma situación en semis contra el español Jaume Munar, con quien no tambaleó pese al 6 a 1 en contra de la primera manga, puesto que luego de quedarse con la segunda en tie break le devolvió el 6-1 en el tercer set para instalarse con justicia en la final.            El título debía ser trabajado, ya que al frente tenía a Tomás Martín Etcheverry, que llegaba como el jugador más sólido del abierto santiaguino. Así lo hizo notar cuando se quedó con el primer parcial. Pero Jarry no quería perder la ocasión, y también en tie break ganó el segundo set, para terminar demoliendo por 62 a su rival y levantar una añorada copa, en casa, frente a los suyos, con su pequeño hijo como principal testigo, que podrá decir cuando crezca, que su padre resurgió de lo más profundo del ranking, ganó un título luego de extensas jornadas y regresó a la élite mundial de este deporte. Porque hoy el número 52 que ostenta Nicolás Jarry  se ve como un número mentiroso, porque juego hay de sobra para seguir subiendo y demostrar que luego de su injusto castigo, éste fue un verdadero repunte.

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