El Gobierno ha anunciado un Proyecto de Ley para generar un subsidio de carácter tributario para la compra de viviendas nuevas y que, básicamente, consistiría en una devolución anual, vía declaración de renta, de un millón de pesos para quienes se “atrevan” a embarcar en una casa nueva.
Concretamente, el mensaje del ejecutivo, que debería esta semana despacharse favorablemente en la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, faltando aún la sala de dicha instancia y, por cierto, la tramitación en el Senado, establece un crédito reembolsable de hasta 16 UTM, es decir, alrededor de un millón de pesos, monto que será contra el impuesto a la renta de las personas, por los años tributarios desde 2024 a 2029.
A este crédito podrían acceder personas con domicilio o residencia en Chile que adquieran una vivienda con destino habitacional. La vivienda deberá estar construida y con recepción final. Y si aún no es recepcionada, bastaría un contrato de promesa de compraventa que conste en una escritura pública.
Desde ya me temo y anticipo que si el proyecto de ley no está bien armado puede terminar siendo una ilusión y, lo peor, puede terminar complejizando al osado pequeño inversionista, o joven jefe o jefa de hogar ilusionado, en una discusión más con el Servicio Impuestos Internos por la devolución de impuestos contra las retenciones del año, que en un incentivo efectivo para estimular las ventas que con esta idea el Gobierno espera reactivar en el mercado inmobiliario nacional. Mal que mal 100 mil viviendas nuevas esperan un nuevo dueño o dueña en las distintas regiones del país.
Por eso partimos diciendo queridos lectores “para quienes se atrevan a embarcar en una casa nueva”, pues si bien todo indica que este beneficio sería compatible con el subsidio habitacional, lo que aplaudo, termina postergando para ante el Servicio de Impuestos internos su concreción, y ello puede terminar siendo, muchas veces, un gran dolor de cabeza.
De hecho, a mí ya me habían advertido varios amigos, a quienes dedico esta columna, de los dolores de cabeza que se podía sufrir con el Servicio, y este año fui testigo y víctima directo de mi “no devolución” sino de la retención ya por casi 7 meses de mis legítimos dineros sin reajustes ni intereses. Si, efectivamente, “mis legítimos dineros”, pues el propio SII ya ha reconocido que me debe la mitad de lo que reclamamos, y aún así, no sabemos si para Navidad podremos tener nuestro dinero. En otras palabras, nos retuvieron impuestos de más, reconocen que ese así, pero tienen 6 meses para devolver. Mientras las contribuciones no paran de subir y el SII me envía mensajes de cobranza permanente a mi mail, incluso estando al día.
Me dirán que estoy sesgado por mi última mala experiencia y que por eso tengo una visión crítica del Proyecto de Ley en comento del Gobierno. Pues no, sólo expongo hechos que ya muchos me habían anticipado y que creo que quien se embarque en una casa con este tipo de beneficios debe saberlo, sólo eso. De hecho, si se le ocurre mejorar de ingresos porque le va bien en su emprendimiento o le premian con un ascenso en el trabajo, sepa desde ya que las lucas prometidas pueden terminar sólo aplicando a los impuestos mayores que deberá pagar por ingresos mayores.
Pero lo que más me preocupa es que el Proyecto de Ley no ataca las causas de la poca venta que son las de siempre, pero acentuadas, a saber, la falta de capacidad de ahorro de las personas y las aún altas tasas de interés, sin contar con que el beneficio tributario es sólo para viviendas nueva y no usada. En suma, sólo para el que califica ante la banca, lo que es lógico, pero ni siquiera si calificando quiere comprar una vivienda usada por ser mejor o, incluso, más conveniente o económica.
“Como que me huele a arreglo de fin de semana”, me dijo un amigo al conversar de este tema, “arreglo en torno a la parrilla de algún conspicuo funcionario de gobierno con un par de dueños de inmobiliarias, para poder darle salida a su stock de viviendas”, más que como una solución real a problemas de fondo que deberían implementar fórmulas de incentivo al ahorro y de mejores condiciones crediticias, pues si bien en materia de tasas de interés poco puede hacer el gobierno, si puede:
– aumentar la rebaja de intereses pagados por créditos hipotecarios, de la base imponible de los contribuyentes,
– Sumar a dicha rebaja la de las mejoras o arreglos, contra factura, en el inmueble adquirido, lo que estimula el mercado de la construcción minorista,
– Mejorar y potenciar los beneficios del DFL 2,
– Además de incentivar reglas del juego claras en la economía y, por cierto,
– Levantar o suspender por un tiempo el impuesto al mutuo presente en todos los créditos hipotecarios que se colocan.
Si esto no ocurre, dificulto se de salida al stock acumulado, amén de quedar como una apuesta sólo en función de las inmobiliarias, con poca empatía por el jefe de hogar sin casa, y sin consideración alguna por la pequeña empresa o constructores menores que podrían sumarse fácilmente si se incentivara, de la manera dicha, las mejoras y construcciones en las nuevas viviendas.
Por último, un plazo tan breve para ocupar el beneficio da cuenta del arreglo de fin de semana en torno a la parrilla como definió mi amigo, pues uno de los requisitos para poder tener el beneficio es, según el Proyecto de Ley (cito textual): “2) Que la compraventa se celebre a partir de la fecha de entrada en vigencia de la presente ley y la vivienda adquirida se encuentre inscrita a nombre de la persona beneficiaria en el Conservador de Bienes Raíces respectivo antes del 01 de octubre de 2024.”
Es decir, menos de 11 meses, no obstante que el presupuesto de la nación se ejecuta hasta el 31 de diciembre de cada año.
Editor General Tus Noticias